Abogada Litigante – Una aliada empresarial

Un abogado litigante puede convertirse es un aliado estratégico para una empresa, permitiéndole enfocarse en su crecimiento económico y comercial, ayudándole no solo a resolver conflictos, sino también a preverlos.

Tradicionalmente, tendemos a recurrir a un abogado litigante al enfrentar una demanda o al deteriorarse irremediablemente la relación con un aliado comercial. Sin embargo, acudir a un abogado en ese punto implica una intervención de urgencia, que conlleva graves repercusiones económicas, o respuestas apresuradas a la controversia debido a la falta de conocimiento profundo del problema o a la presión de cumplir con plazos legales.

Contar con un abogado litigante, ya sea dentro del directorio de la empresa, como parte de un departamento jurídico interno o a través de un bufete externo que esté familiarizado con las dinámicas comerciales de la compañía, permite una reacción más rápida, efectiva y económica ante cualquier eventualidad comercial, jurídica o incluso un problema intrasocietario que surja dentro de la compañía.

Un abogado litigante puede aportar valor a una empresa desde diversas perspectivas de su experiencia:

1. La elaboración de contratos bien estructurados:

Un abogado litigante con experiencia puede identificar cláusulas ambiguas o riesgos en contratos que podrían no advertirse en primer término.

Esto es fundamental para evitar que las partes interpretan subjetivamente los términos contractuales, lo que a menudo es el origen de conflictos legales o bien es aprovechado por la contraparte al surgir el mismo.

2. La identificación temprana de riesgos en relaciones comerciales:

La experiencia en la resolución de controversias también permite al abogado litigante prever riesgos en relaciones contractuales existentes. En sectores como la construcción, donde son pocos los proveedores y se mantienen con ellos múltiples relaciones contractuales, un problema no puede terminar la relación comercial. Un abogado con habilidades en mediación y negociación puede intervenir antes de que una relación comercial se deteriore irreparablemente, ofreciendo soluciones prácticas y preservando alianzas estratégicas.

3. La inclusión en los contratos de cláusulas escalonadas bien estructuradas:

Un aporte esencial de un abogado litigante es la inclusión de cláusulas escalonadas en los contratos, que ofrecen métodos alternos para la resolución de controversias (ADR) según su complejidad, (Mediación, Adjudicación, Intervención Pericial, Dispute Board, Arbitraje, etc). Estas cláusulas permiten a las empresas resolver conflictos de manera privada y efectiva, evitando que el problema escale y afecte la reputación o las finanzas de la compañía. Además, en caso de que sea necesario un juicio, el abogado que ha estado involucrado desde el principio tiene una ventaja considerable al conocer todos los detalles del caso.

4. La gestión proactiva de malentendidos comerciales desde su origen:

Al estar integrado en el día a día de la compañía, este profesional puede detectar señales tempranas de posibles conflictos tanto en relaciones con proveedores como en el entorno interno, ya sea entre accionistas o empleados de alto rango.

Esta intervención temprana puede evitar que los problemas lleguen a los tribunales, lo que tiene un impacto positivo al mantener los asuntos privados y evitar la publicidad negativa asociada con los litigios públicos.

5. La posibilidad de contar con un abogado que conoce el problema desde su inicio, facilitando el proceso en caso de que el conflicto escale a un juicio:

La intervención de un abogado que conoce el conflicto desde su inicio es crucial cuando los problemas inevitablemente terminan en juicio o arbitraje. En estos casos, el conocimiento profundo del abogado sobre la situación le permite preparar una defensa o demanda mucho más eficaz y rápida, ya que está familiarizado con los contratos, las relaciones comerciales y la cultura empresarial involucrada. Esto contrasta con la situación de contratar un abogado después de que el conflicto ya se ha desarrollado, lo que puede llevar a respuestas menos eficientes.

Esta tendencia no busca reemplazar a los asesores legales cuya labor se centra en garantizar el cumplimiento normativo, ambos perfiles complementan sus habilidades. El litigante aporta una visión estratégica y preventiva para abordar problemas específicos, mientras que el asesor legal garantiza que las operaciones generales de la empresa se mantengan dentro del marco legal.

Para las pequeñas empresas que no pueden permitirse un abogado litigante interno, se recomienda contar con un servicio de asesoría legal externa que incluya un departamento especializado en resolución de controversias.

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